ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL CLUB

El Club “El Círculo de la Esperanza” tuvo su origen en Italia en la ciudad de Nápoles, la cual fue una ciudad-estado independiente de la antigua Grecia, pero que pertenecía al municipium de la Italia romana. No obstante, a principios del siglo XIX una sociedad secreta fue fundada por un grupo de personas con intereses comunes que se dedicaron a la recuperación de bienes e inmuebles antiguos. Desde este mismo orden de ideas, el club “El Círculo de la Esperanza” se ha mantenido activo, preservando la filosofía y la filantropía de Salvatore Mannuzza, quien nació el 1° de enero de 1936, en el pueblo de Militello en Sicilia. En 1972, fundó el club “Il Círculo Della Speranza” (El Círculo de la Esperanza) con un grupo selecto de italianos, para enfrentar los cambios sociales y económicos de la posguerra, marcando un antes y un después en la vida de miles en el sur de Italia.

Salvatore Mannuzza tenía una visión única de solidaridad y bienestar establecida en el club “El Círculo de la Esperanza”, una organización destinada a proporcionar bienes tales como: Vivienda, motos, vehículos, bicicletas, becas y oportunidades educativas para miembros necesitados, mejorando sus vidas. La filosofía del fundador era simple pero revolucionaria para la época: proveer a quienes lo necesitaban para que pudieran encontrar su camino al éxito. Además de entregar bienes materiales, el club servía como plataforma de apoyo emocional y psicológico para miembros en tiempos difíciles, ayudándoles a recuperar la esperanza y la dignidad.

Salvatore Mannuzza estructuró el funcionamiento del club de la siguiente manera:

  • 1) Selección de miembros por año según su situación económica y deseo de mejorar sus vidas.
  • 2) Ofrecimiento de bienes a los miembros seleccionados.
  • 3) Vivienda: el club adquiría casas o apartamentos en zonas rurales y urbanas, renovándolos completamente para una vida digna.
  • 4) Vehículos: se otorgaban medios de transporte (vehículos, motocicletas o bicicletas) según la necesidad.
  • 5) Becas para educación: se otorgaban becas para estudios técnicos, universitarios o cursos de formación profesional.

El funcionamiento del club era sencillo pero impactante. Salvatore Mannuzza y un grupo anónimo de personas influyentes (empresarios, comerciantes, filántropos y líderes comunitarios) compartían su visión, basándose en historias reales de personas seleccionadas para recibir una vivienda reestructurada, vehículos, y más. Las aplicaciones comunitarias eran revisadas por un comité evaluador para establecer la necesidad de apoyo. El club se asociaba con concesionarios y mecánicos para adquirir y reparar vehículos.

La entrega de vehículos era personalizada, incluyendo un seguro pagado por un año, gasolina para tres meses y un curso básico de mantenimiento vehicular. Las becas de estudio también se gestionaban a través de aplicaciones comunitarias. El club se afiliaba a centros de estudios para dictar capacitación profesional.

Además, el club financiaba negocios para personas con ideas brillantes, proporcionando las herramientas necesarias para prosperar, incluyendo cursos de finanzas y tutoría. También adquiría edificios abandonados, los renovaba y donaba a emprendedores sociales y comunidades, transformando vidas y generando oportunidades de trabajo.

Las historias más conmovedoras incluyen a María Berbesí, una madre soltera que recibió una casa tras perder su hogar en un incendio en 1974, y Ángela Picarli, una enfermera que recibió un sedán funcional en 1976, cambiando sus vidas para siempre.